sábado, 28 de abril de 2018

Ténganse miedo: Llega el verano.

Créanme, en breve se verán cara a cara con el bikini del pasado año y caerán en la más profunda depresión. Amén.

De los imposibles que una se plantea al llegar el verano es convencer al bikini del pasado año que su bonita figura es la que era y que no la desparrame por el suelo. Digo una y digo uno, pero las mujeres son más de gustarle al espejo.

A escasas semanas de llegar el verano se atisban a las puertas de las iglesias colas doblando las esquinas, a pesar de saber que los milagros no existen ni en Semana Santa. Los michelines que se alimentan durante un año de fiestas y celebraciones no desaparecen porque sí, y no valen trapos de traperías especializadas en tallas XXXL. El caso se torna grave cada año por estas fechas cuando nos damos cuenta que le añadimos una X a la talla. No hay solución a no ser que pasemos hambre o confiemos nuestros michelines a un cirujano plástico. Un día nos daremos cuenta que las apariencias no engañan. Mientras, no hay palabras de consuelo, o le gustamos al espejo como somos sin chivarle como fuimos o de cabeza al manicomio. (Por si cuela, hay quien asegura que la belleza está en el alma). Gracias.

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