miércoles, 25 de abril de 2018

Por un final feliz.

Tal que así anda uno por el mes de abril de capa caída yendo y viniendo como otra gente en un mundo sin porvenir. Yo tuve un porvenir, lo destrocé y ahora, en los años altos me tengo que dar por vencido... Aunque puedo decir alto y claro que nunca pisé un rosal para no dañar su flor. Una rosa sin espinas. A una rosa sin espinas no le brillan los ojos porque anda entre las sombras vituperando... Nunca aprenderá de sus horrores. Pero cuidado, las flores sin espinas también hacen daño. Vaya. ¿Me hizo daño una rosa sin espinas? Volveré a confiar en una rosa sin espinas. Un rayo de luz. Una estrella fugaz. Nada es para siempre. Contra todo pronóstico una rosa ha herido mi corazón restituido.

Qué no daría por habitar en una rosa sin espinas. Qué no daría por dormir entre sus pétalos y respirar su fragancia y soñar que el porvenir ha vuelto y vino para quedarse. No es tarde, pero el tiempo vuela y en un descuido aparece el desespero con las peores intenciones. Hay historias de amor que empiezan a escribirse y no se escriben porque de dos personajes de la obra uno no entiende y otro no se explica. "Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender". (Alvin Toffler). Gracias.

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