jueves, 5 de febrero de 2015

De tu mirada nació de soslayo.

Hace años que tengo interés por ti. A preguntar no me atrevo y llamarte... Tampoco sabría qué ofrecerte a cambio de tu tiempo. La amable conversación y el café negro no vienen en el diccionario y las nuevas tecnologías no se crearon pensando en mí.

Cuando nos conocimos las cosas eran diferentes. Éramos... No aprendí a dejar de quererte. Mis sentimientos por ti son los que eran, nada cambió. Mis sentimientos al paso de los años no han cambiado. A veces sin darme cuenta escribo entrelíneas tu nombre para que no me olvides. Sin darme cuenta, ya ves. Hoy, mientras le doy al teclado pienso en ti, pero hoy es diferente porque sé la razón, es por algo tangible y me hace feliz. Tal vez nada sepas... No dejo de pensar en ti, en tu risa y tu mirada... De tu mirada nació de soslayo. 

En todos estos años he escrito mucho, quizá demasiado, y he perdido la chispa que debiera tener para escribir... le llaman talento. No me di una pausa en el ejercicio literario por miedo a perderte: la palabra nos unió. Todos mis afanes son mi rutina.

Seguiré escribiendo el día intentando no lastimar la palabra. Que me lean... Que me leas, quise decir, es lo que importa. Ni imaginas cómo me gustaría que me siguieras leyendo... En su currículo hay quien solo puede incluir sus derrotas.

Tú, como yo, somos humanos y nos podemos equivocar. ¿Por qué luchar por lo que nunca será nuestro? Aún hoy, nadie supo o quiso contestarme.

3 comentarios:

  1. Que siga leyéndote hasta el infinito, siempre, siempre ...

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  2. Los tiempos cambian, pero el talento nunca se pierde...

    Gracias por tus reflexiones!
    Saludos

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  3. También he perdido la chispa, la osadía en las palabras que resbalan de los renglones imaginarios sobre un papel que ha dejado de existir. Pero me he perdido en los lazos viejos de siempre para que me duela menos no poder concluir un abrazo, un beso. Me he perdido de ser quien era otrora para experimentar una vida nueva que me obliga a dividirme para partirme en pedacitos que luego, son piezas de un rompecabezas juvenil que me llena de añoranza y olvido. Aún así, de cuando en vez, me obligo a sentir la caricia de tu rima en mi corazón y te leo en aquellos insensatos instantes que me recupero. Estoy despierta.

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