Una semilla en un descuido cae de un árbol desde lo más alto, cae a tierra y muere; luego, ¡oh, milagro!, resucita y habita en el subsuelo echando raíces en la tierra que la mató y alzarse gloriosa como árbol frondoso. Igual sucede con la esperanza que entregas dejándote llevar por la frustración o lo que sea. Impotente ante el caos, te conviertes en osadía violenta mutando hacia el desconsuelo.
Mejor templar el carácter que nace de la muerte... Un hombre bueno ha encontrado su camino, pero ya es tarde. Un sábado de fieles difuntos no es semilla de resucitar. Conciencia cautiva.
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