lunes, 2 de febrero de 2015

El secreto peor guardado.

De tu poema, Kristel, tu ausencia, y la ineludible tentación de decirte a cada instante te quiero. Llamarte... ir en tu busca... preguntarte cómo te fue el día. Escuchar tu voz. Mirarte a los ojos. Ni un solo día al acostarme he dejado de abrir la puerta de tu habitación con olor a ti y desearte felices sueños.  

No existe un solo amor ni lealtades. He coqueteado con la muerte (y ella conmigo), sé de qué hablo, lo digo sin empalagos. Y sin embargo...

El amor que confieso por mi niña, la niña de mis ojos, es un desierto abonado para el delirio. Me vuelve incapaz. Indenfesión la que siento al vivir sin ella los años altos. Debilidad por ella. Volveré entonces a recordar que quienes creen que el dinero todo lo consigue están equivocados, y que es verdad que solo el amor mueve montañas. A cada cual le corresponde elegir... Amor exclusivo por mi niña que propicia vida en mis adentros que me obliga a vivir con buena salud en la medida que puedo. Quiero darle mi vida si fuera preciso, así que salidas de pata de banco las justas. Vulgar, un padre, lo único que puede dar a una hija es su vida. Algo de él para ella en una mesa de operaciones.

Hasta el último suspiro. Por más que me vaya sin irme, ido, no dejaré de quererte. Mi niña. Y si en un descuido me pierdo y me sepulto, sin preguntas, tú solo perdóname. Mi amor por ti: El secreto peor guardado.

Le escribo a Kristel, la niña de mis ojos. (Disculpen el pasteleo).

2 comentarios:

  1. Nada que perdonar por una hija, uno llega ser hasta gilipollas (que espero no sea tu caso y se lo es tampoco pasaria nada). Forza

    ResponderEliminar
  2. Por una hija se es un poco de todo... Muchas gracias.

    Salud.

    ResponderEliminar