Tenía 56 años cuando falleció. Tenía una casa con jardín, estaba felizmente casada y sus hijos habían crecido en sus valores. Tenía todo pero no de todo... Un amor de juventud había vuelto en un descuido a su memoria rajando su corazón y dejando un vacío, el cual, nunca zanjó.
Sin embargo, el tiempo no se detuvo con su muerte... De cuando en vez aparece en busca de motivos para justificar el recuerdo al margen de la angustia en momentos importantes. De cuando en vez visita su mente y no alcanza a comprender el porqué de su comunión con un amor de juventud en los años altos. Nunca dejará de añorar la presencia de aquel amor y sus infinitas risas. Sin importar el paso de los años, la sensación de que su vida había quedado como una flor incompleta permanecía... A cada momento importante piensa que si para morir no habrá que aprender antes a vivir, incluso con un vacío en el corazón.
"Para vivir un año es necesario morirse muchas veces, muchas". Ángel González.
"Para vivir un año es necesario morirse muchas veces, muchas". Ángel González.
Infinita fuente de afecto, la pregunta es natural: ¿Por qué desde el primer gemido no supiste amarte?
Un sábado de fieles difuntos, en medio de la algarabía de un tiempo que no pasa, el recuerdo de un amor de juventud exalta la plenitud del día.
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