Me cuentan que en facebook no se habla de otra cosa: Rita Barberá y el caloret que hace en invierno.
¿Hasta cuándo? La pregunta es esa. La mala fe en las redes sociales impera en la mucosidad más sensible del cerebro. Un fallo lo tiene cualquiera. Mismamente si yo me pusiera a hablar Valenciano, como no sé, metería la pata de atrás, a no ser, claro, si antes me tomara una botella de cazalla... Entonces hablaría, no como la alcaldesa de Valencia o el presidente de gobierno valenciano, por cierto, Fabra, tampoco habla Valenciano, ni Rajoy Inglés, como presidente de la Llengua Valenciana. La cazalla es milagrosa. Con una botella de cazalla podría ser, mientras mi neurona procesadora aguante, la propia basura que inunda las redes sociales con críticas que trasladan el conocimiento fisiológico al abismo sin control ni rechazo. La contaminación del aire en las redes sociales congestiona los pulmones e irrita la garganta; es veneno moral que penetra en la conciencia sin pasar por el cerebro.
Si las ideas enfermizas que infectan las redes sociales cambiaran la sustancia gris por bilis de estómago vomitarían. Rita Barberá no merece esa burla por atarantarse con un discurso que tenía muy, pero muy preparado; culpable pues de quedarse con la mente en blanco. Un lapsus con hipo.
Las redes sociales hacen mucho daño con su banalidad de rancia cultura. Palabras hirientes pasadas de revoluciones... Hace falta control en las redes sociales y en el cerebro de una alcaldesa para no intoxicar la normalidad de la gente que contempla estupefacta el ridículo que hace desde el palco presidencial. Envenenada de pasión, Rita y el caloret.
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