Se asoma al acantilado cada mañana al llegar el alba.
El quieto horizonte le impide ver más allá.
Inexpugnable más allá
sellado en la quietud de su mirada.
Pero inicia el vuelo
-se atreve-,
ave sin alas... y vuela.
Un milagro para creer.
Que un dios no lo impida
ni profane su esperanza.
Siempre, siempre inicia el vuelo
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