Algunos aceptaríamos ser capaces de ignorar el maltrato que la vida nos desvela a cambio de poder envejecer sin buscar el porqué de las cosas que nos perjudican.
Las cosas van peor que mal y aún esperamos que mañana triunfe el amor y la santa poesía. Buscamos por las calles una pizca de esperanza mientras nos preparamos para celebrar el día del amor y la amistad, San Valentín, sin vejar demasiado el mes de euros. En casa del pobre la alegría no es que sea escasa, simplemente no hay. El amor y la amistad no se engalana se mima. Un atardecer, un amanecer, un te quiero a media luz los besos basta... ¿Para qué más? "Una joya es para toda la vida". ¡Que no, y no es negociable!.
Quién de viejo algo aprendió sabe de qué habla. Qué importa saber a dónde vamos si no sabemos a dónde queremos ir. Por no saber ni sabemos de adónde venimos. Y por saber, ¿alguien sabe quién custodia la llave de la puerta de la salud? Esa llave que al meterla en la cerradura y girarla abre la puerta y nos encontramos todo en su sitio. Y en especial no hay intrusos gorrones que nos comen lo poco de la nevera.
Como los peluqueros, vivimos por los pelos. Y algunos llegamos a viejos. Los que tenemos la suerte de cara. Salud, para qué más...
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