Sigo y no me caso diciendo lo que dije ayer: Aplíquense las leyes. Cumplir y hacer cumplir las leyes. Porque entonces será tan sencilla nuestra relación como mirarme en tus ojos, respirar tus silencios, dormirme con tu voz, solo que aquí, aplicar las leyes cuando hacerlo implica a sectores sensibles del poder político, mediático y/o asambleas comprometidas de antemano con mentes pequeñas y procedimientos ocultos a la trasparencia, no pueden ver ni creer lo que serás capaz de concebir. La gobernabilidad se ha convertido en una utopía, una quimera y no de amor que esa sí es buena si se realizan frente al mar y orbaya. De corrupción político/empresarial hablé ayer, o eso creo, pero da igual, la política y la corrupción siempre van de la mano de políticos y empresarios, que a fin de cuentas, y si añadimos a los amigos de la infancia, apaga y vámonos. Mira tú hasta dónde hemos llegado con esa politiquería de entregas y bajezas, de poca ética y prácticas "desinteresadas", lo que ha incitado a tantos a llegar donde han llegado: a la cloaca del ser y su ruindad, a la normalización caótica e infame del descaro y la estafa. De forma lamentable la confianza de la ciudadanía en la política solo se puede ver a través del visor censor de los políticos y mientras no entre la UDEF hasta la cocina la democracia está en serio peligro. Aplíquense las leyes. Gracias.
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