El pasado jueves fui al ayuntamiento del Pueblo de Patricia y no había nadie. Alguien murió, pensé. Me acerqué al bar de la esquina y pregunté si sabían por qué no había nadie en el ayuntamiento. Una joven me respondió que la administrativa que había en el ayuntamiento era una señora que estaba llorando en la barra, la señaló con el dedo. Sí, alguien murió. Pues no, la joven me aseguró que lloraba porque es la única administrativa que hay en el ayuntamiento y de tanto tanto de todo había dado en loco. Probe. Ni secretario municipal, solo ella para ocuparse administrativamente de un pueblo de 1.000 habitantes, muerto arriba muerto abajo. Por no haber no había ni alcaldes ni concejales, lo que me hace pensar que Pedro Sánchez no convocó elecciones en el Pueblo de Patricia, ni la ministra de Hacienda y Función Pública ofertas de empleo. En fin, regresé a la sala de espera y al poco llegó una señora rubia de bote, abrió la puerta del negociado, se sentó ante el ordenador y a lo suyo. Pero lo suyo también era mío y llamé a la puerta y sin levantar la cabeza del teclado: "pasa". Pasé con miedo (su cara es un experimento fallido de bótox) y le dije que quería pintar la casa y... Y en esos puntos selló mis labios para decirme que eso no lo llevaba ella. (Si no ella quién: otro misterio por resolver). Se lo volví a preguntar porque nunca se sabe y me dio la misma respuesta: "Eso no lo llevo yo". Entonces fui a casa saqué del armario la cara de los entierros, me hice notar, y al ver de mis ojos la mirada donjuán le vino a la memoria otros tiempos. Ahí se espabiló y le repetí la pregunta como a los locos en busca de otra respuesta: "Eso no lo llevo yo". No está loca, cínicamente finge la locura. (Si alguien sabe quién lleva "eso" en el ayuntamiento por favor que lo diga antes de que entre el invierno y con él el orbayu y me meta el agua en casa). Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario