Es preciso saber con total seguridad los pormenores que se quieren cambiar, así como los motivos por los cuales se desea realizar. Si no tenemos claro en objetivo, en fin, se nos podría complicar el asunto a la hora de llevarlo a cabo, sobre todo si pasamos por momentos de profunda indecisión. Conviene parar y recordar lo que aprendimos de la vida, y lo que sentimos, también las decepciones. El porvenir a veces viene (el azahar es un milagro de la creación) y preguntarnos por qué no iba a volver ahora. Los problemas son parte de la vida y son inevitables, pero podemos elegir cómo reaccionar ante ellos. La vida da esa opción. Y no huyamos escaleras arriba porque somos responsables de las decisiones que tomamos, y algunas traen consecuencias dolorosas. Tenemos que creer en nosotros y estar abiertos a los demás: no sabemos qué sucederá si vamos dejando muertos sin enterrar por el camino. No sacrifiquemos el presente por un futuro incierto. Y llega la aclaración al texto: mira si estamos conectados que, sin habernos visto, sentados frente a frente, nos miramos, nos caímos mal y sin saber qué decirnos algo bueno echó a andar. Confía en ti, y en mí, si tus paranoias te lo permiten: no habrá una segunda oportunidad. Pero sí decides pedirle a este domingo abierto a la reconciliación bendiciones sin condiciones... (Vuelvo mañana). Gracias.
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