domingo, 15 de septiembre de 2024

Caricia perdida.

Antes que Newton, ya toda acción conllevaba una reacción; y antes de él, todo voz causaba un eco. Y antes de todo existía el amor. Si existía el amor, la poesía (y, desgraciadamente, Benjamín Prado: "todo lo que no es poesía, cajero automático"). Después ya fue apareciendo el desamor, la felonía, el matón de barrio y la puñalada por la espalda (lo de la puñalada no lo sé de fijo). Los torpes de entendederas no entienden que casi todo está inventado y viene de antes (siempre hay un antes y un después). Otras angustias y lamentos todavía perduran en el mismo estado al paso del tiempo. Qué lástima. Asumiendo como válida la medición de Eratóstenes por puro complejo homérico y dejando a un lado la discusión arqueológica de si es en el estrato VI o en el VII donde podemos ubicar a la mítica Troya, reconozcamos que a tres milenios de distancia, no solo la historia sirvió de base al informe fundacional de aquello que con el tiempo devino en llamarse lo que hoy en día se sigue llamando, melancolía, sin importar país, gobierno, partido político y etcétera, pues el poder es el mismo y quienes lo ejercen (la historia se repite) son tan penosos como una caricia al viento. Caricia perdida que nunca acariciará. Por eso no importan desgracias, animadversiones, odios y rencores, porque la historia siempre será la misma... (y el resultado también). Gracias.

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