No sabe llevar sus relaciones y utiliza el cajón de los afectos para guardar los secretos de amor a sus amigos y los agravios a los hijos de sus enemigos. Pero como tampoco sabe colocar a unos y a otros se embrollan y acaban en el estercolero. En realidad no quiere cambiar las cosas, se conforma, siempre se conforma con las migajas. Disimula su cobardía y se hace la víctima para que los demás se sientan culpables. Secretamente huye del sagrado deber de ser útil a la sociedad. Hoy traigo a de soslayo el más o el menos valioso activo que tiene un partido político. Trágicamente, es el más valioso aunque no sabe que los árboles mueren de pie (no lo sabe, pero pronto lo sabrá). Para entendernos empecemos por recordar las frases que esparce cuando se presenta a las elecciones: "confía en mí". Y, seguidamente: "no te defraudaré". A pesar de que ignora si es izquierdista, derechista o el del ático de una asociación de vecinos. "Creo que puedo hacer mucho por el pueblo, creo en el voto de la mayoría". Si gana. Se conforma con ganar y auxiliar a los nuestros. El resultado de las urnas es sagrado, como la necesidad del pueblo. Parafraseemos a Facundo Cabral: "Si los prepotentes supieran qué buen negocio es ser humildes, serían humildes aunque solo sea por negocio". (Al resplandor de la democracia cuando ciega con sus resultados). Gracias.
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