Últimamente, el viento me viene de cara con tormentas incluidas. El parte meteorológico habla de calor hasta en la sombra: no comprendo por qué a mí. La dama que vela mis sueños dice que todo en mí es un desafío cognitivo capaz de aprender acciones de otros y darle explicación como los poetas, o la ciencia cuando toca la flauta. Qué mujer. A esa mujer desde que dije que la neurología era la única rama de la medicina que no sana nada, solo mantiene a cada cual más o menos con su sistema nervioso y las neuronas con sus células y las descargas eléctricas, y, como si no supiera quién es, le dije, además, que el nuevo curso MIR se dan de hostias por estudiar de todo menos neurología. Lo tomó a mal y no volvió a ser la misma. Después de años manteniendo una relación apasionada... dejaría de quererme. También adora la poesía. Cuando se sentía musa de un poema danzaba y olvidaba quién era y de la fila que aguardaba a la puerta: para grabarla y emitirlo en la tele en hora punta... Umbrales sabía que "sin sus caderas no hay paraíso, ni hay noches sin sus ojos de gata mala". No estuve a la altura de su mirada y la clava en el suelo cuando el enfermero me nombra y entro a su consulta. ¿Quién velará mis sueños? (Dejo aquí mi mala cabeza con la sabiduría de Yupanqui: "siempre caza palomitas, cualquiera que anda cazando"). Gracias.
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