Necesariamente acepto la realidad de los hechos y miro al frente, pero no volveré a escribir un día al azahar y una rosa. Esa realidad solo puede inspirar un día de oración por los difuntos. Qué bueno es que se pierda en la memoria lo que alguien fue para uno porque ha muerto. Sin embargo, quien cree en la eternidad su alma vive y recordarla es tener presente sus valores humanos. Allá cada cual. Se dice que reside en el cementerio al haber renunciado a vivir el amor colindante. Recordar pues, será esbozar el amor de un día. El amor bendito no es pasado, reside en la mente y sus cenizas en el cementerio. Un día al azahar y una rosa recordará una realidad impuesta. Al correr el tiempo son múltiples los paradigmas que han evidenciado la particular capacidad que tiene la gente para olvidar promesas de amor. Muchos intérpretes exhiben sus méritos con base en actuaciones carentes de dignidad. Otros se abren paso con acciones para llegar a destinos de vida supuestamente mejores. Como buen conocedor de la filosofía budista, de las grandes aportaciones del budismo a la vida, es poder conocer la mente a través de la meditación, ejemplo: si echamos una cucharada de sal en un vaso de agua, el agua se vuelve salada. Pero si echamos la misma cantidad de sal en un lago se disuelve y no se percibe. Así mismo ocurre con la mente. Cuando la mente es pequeña, cualquier emoción negativa nos destroza. Por el contrario, si la mente es grande, aun cuando surjan realidades patéticas, no nos van a afectar. Un de soslayo herido en el corazón aconseja auxiliar a los que sufren, porque ayuda a abrir la mente. Una mente cerrada todo lo ve a través de miradas confusas, es la mente con la que mucha gente ve a los demás, también a la vida como una permanente batalla en la cual hay que estar siempre a la defensiva. Esa gente es víctima de sí misma; así es imposible alcanzar la paz de alma y corazón. Ver a los demás como a uno mismo, sin temor, porque tenemos que intentar ser felices. Por tanto, es necesario meditar sobre lo que se tiene en común con otra gente en vez de enfocar la mente a lo que nos separa. Y así todo, menos lo que impida canalizar la paz en nuestro interior. Comportamientos incívicos los encontramos a diario en todo lugar. Todo está en nuestra mente, hallarlo es descubrir el poder para transformarnos. Pero en ese nuevo amanecer yo ya no estaré. (Elevemos una oración por el padre y por el hijo. Y por el Espíritu Santo). Gracias.
P. D. Lo de arriba es cierto y a quien podría interesar no lo leerá porque está muerto. Lo dejo como recordatorio de difuntos.
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