Ahora que gracias a las vacaciones se acabaron los problemas y la estabilidad económica y emocional está al alcance de la mano, un trastorno bipolar sin precedentes lidera una lucha mediática con las artes de la posverdad acrecentando la fuerza de los que pierden. Y ya los que mandan negocian una salida impasse para cuando finalicen las vacaciones los que perdían sigan perdiendo: "lo que había es lo que hay. La ley no cambió". (Da gracias a la pareja de Patricia que me apartó del caso: la ley cambió y la justicia está de mi parte, o de Patricia, si no es lo mismo. Hasta este verano la ley y la justicia no iban de la mano, a partir de ahora se han hecho inseparables). Hay mandamases que no aprenden de los errores ajenos. Piensan que solo los sabios aprenden de los errores. Maldita desigualdad socioeconómica y malditos abusos. Nada cambió. Y sabe que pierde, o lo sabrá, porque las sentencias son públicas (como la mala reputación). El Salmo 91 avisa: "si habitamos al abrigo del Altísimo, moraremos bajo la sombra del Omnipotente". La bonanza socioeconómica del gobierno no es pan para todos, es la posverdad que se caracteriza por la discriminación (por razón de género, además, para darle más chance al caso) en el reino del neoliberalismo. Y el Sabina canta: "en este país ser pobre no debería salir tan caro". Estoy fuera del caso, pero trae a cuenta aprender por las buenas de los errores ajenos... (otro ocupará mi lugar para aprender por las malas). Gracias.
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