Si el Señor es la fortaleza de mi vida, qué chévere sería mi vida si, además, cada ciudadano pagara sus impuestos. En una revista del corazón leí que si todos los ciudadanos pagáramos los impuestos que nos corresponden, había dinero suficiente para que las familias llegaran a fin de mes. Pues si la noticia es fiable, que quienes no paguen, paguen; que quienes paguen menos de lo que deben, paguen lo que les corresponda; que los inmerecidamente exonerados paguen, que ya les valió; que los evasores paguen, y sean castigados con pena de cárcel; que los pequeños empresarios paguen poco, pero que paguen; que los que venden a otros países paguen, y de vuelta a casa no dejen propina en islas libres de culpa y de extradición; que los políticos paguen por sus campañas electorales y por los salarios que la mayoría no merece; que a las grandes empresas se les obligue a pagar lo que les toca y a más, por sus beneficios extraordinarios culpables de tanta indigencia social. Y que las instituciones sociales no paguen. Que el gobierno no derroche ni una peseta. El gobierno no está solamente para llevarle la contraria a la oposición, está para mejorar la vida de los que casi siempre pierden. Por último, que se termine de una vez por todas con el trabajo sumergido, la competencia desleal de los empresarios y la explotación de los trabajadores. Gracias.
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