Porque dudar es vivir, porque quien no duda no vive, digo y repito y mantengo, que si no se aclara una duda se convierte en un problema. Yo dudo, y, además, tengo miedo, que es peor, porque cierro la puerta a despejar las dudas que se presentan. Joder, dona, dudo de los viernes de fiar, aunque los declare necesarios para la mejor disculpa. Dudo de mi mente absurda y de mis absurdidades. Dudo si acabaré la vida dudando. Y cuánto me costará dudar del amor por dentro. Mis dudas de antes no las quiero retomar. Llegó el día de punto final y quiero comenzar de nuevo, recomenzar con el mayor sentido de gratitud, valorando cualquier duda y situándola en el camino de la certeza. Quiero dar la bienvenida a la certeza si duda a una nueva vida. Algo maldito acaba de morir y algo bendito, inexcusablemente nacerá. Estoy seguro. A partir de hoy, nacerá una nueva vida con mil oportunidades para que podamos crecer con salud, salud mental. La vida emocional, si trasciende, es una gran certeza. Se dice que la vida viene de Dios, pero no sé yo... oiga. Si por creer entonces hablamos de fe y creo que viene del hombre, de un hombre bueno, nada interesado en lo material, receptivo, y comprometido con el amor y la santa poesía. Un hombre que puede ser proyectado hasta el infinito, a cada instante del sueño y la vigilia. (Me apeo, sigo mañana). Gracias.
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