Suelo leer la Biblia al acostarme. Leo un poco, me arrepiento de todo lo malo y mañana será otro día. Pero esta noche, con Apocalipsis 21:8 en la mano, quise dar en loco cuando leí que: "los cobardes, los incrédulos, los corruptos, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican la brujería, los que rinden culto a ídolos y los mentirosos, tendrán su destino en el lago de fuego que arde con azufre" (el infierno para los iniciados). Pues lo malo no se quedó ahí, con una oreja puesta en la radio, oí a Francisco decir en una reunión con 200 obispos que en los seminarios hay "demasiado mariconeo" y que no deben aceptarse homosexuales. No imaginaba al Papa con la cara de la homofobia en campaña electoral... Abrió las ventanas del Vaticano, cogió un catarro y le subió la fiebre. "Ni son todos los que están ni están todos los que son". Hay más mentes absurdas como la mía, y peores: la proclama del Pontífice nos acerca a la realidad intolerante. Los que representan instituciones son arquetipo y deben medir sus palabras, repensar lo que dicen. La verdadera sabiduría comienza por intentar comprender lo diferente de los demás. Que la providencia inspire este afán. Pensaré si hoy voy a misa o al monte. En fin, no hay mayor benevolencia que recobrar los gestos del amor, sin narcotizarnos, abriendo los ojos a la mirada del otro. Gracias.
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