De ayer recuerdo como si fuera hoy que llegó el día de punto final, y comenzaré de nuevo sin penas ni destrozos psíquicos. Resueltas las dudas, situaré el problema en el camino de la certidumbre. Será el proyecto fundacional (a la mierda el vocero y su dueño si creyeron que no se podía sobrevivir al poder constituyente). La ignorancia es muy atrevida. El abuso de poder (desprecio por la familia), llegar a fin de mes con la nevera vacía y tener que poner la cara de los domingos. Fue la tragedia que no movió compasión. Llegó la hora de aceptar la realidad de los hechos. Hasta aquí llegamos: se tenía que acabar y se acabó. Hallaré el camino de la creatividad y escribiré los días conforme a los sentimientos de los que (casi) siempre pierden. Ayudar a los necesitados no es cosa del Padre Ángel, sino de los que mandan con la inestable ayuda de sus amiguitos de la infancia. El clientelismo castra el pueblo y pone a la vecindad de rodillas ante los nuevos artífices de la indigencia y el dolor. La familia unida remonta lo que no está escrito. Muchos son los que se marcan objetivos a corto y medio o largo plazo en la medida que sus posibilidades les permiten alcanzar (mejor cumplir). El rencor impide lograr objetivos. No volverán las dudas a la familia, y los hijos primero. (Aquí me quedo, donde siempre estuvo una mano y un brazo pegado a un hombro). Gracias.
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