La vida sigue igual. Cada momento de la vida provoca un latido de corazón, por lo tanto, cada latido cuenta, y burro hay que ser para no darse cuenta de que quién agrede al corazón lo paga con salud mental. Lo peor no avisa. Viene al caso: Ian me dijo que no volvería a creer en Dios porque le había mentido. Ian va a un colegio de monjas (si se entera la Pasionaria... que no se entere) y le enseña un joven con aros en las orejas (vamos a mejor), le pregunté y en un mar de lágrimas me contestó que a su mejor amigo su madre lo castigó sin la Nintendo mil de años, y a él no le gustó el almuerzo y no almorzó, y culpa al Señor Dios. Que por falta de culpables no sea. Cada latido cuenta, y un latido castiga la psique. Digo psique y digo alma. La dama que no me deja ir cuando analiza mis desvaríos afirma que mi alma es de Caín. ¿Qué le haría yo a esta mujer que tan poco y mal me quiere? Lo mío con ella y con quien tan poco y mal me quiere es justicia poética. Latimos unas 100 veces por minuto, algunos latidos tienen nombre, otros tienen hambre. (La justicia poética, como cada latido, también cuenta). Gracias.
Me he perdido entre tus latidos y el enfado de Ian con Dios ¿de qué le culpa? ¿del castigo de su amigo? ¿ se solidariza con él? ¿ por no gustarle el almuerzo? Dile a Ian que la culpa es un invento judeocristiano, va a tener que pedirle a su porfe de los aros que aligere la carga religiosa que les trasladan al fin y al cabo Dios es uno y nosotros muchos para atender ; )
ResponderEliminarUn beso .. me gusta la justicia poética, toda causa tiene su consecuencia, pero no seas muy duro ; )
Ian es un amor que pasa por un momento difícil. Soy su confidente amigo y no se me irá. Hoy iremos al cine a ver una peli de abuelos. No sé de qué va: él me lleva. Gracias. Beso grande.
ResponderEliminarSalud.
Que disfrutéis, si te lleva él cuenta con que será una peli de niños, con abuelo ; )
ResponderEliminarAlgo de abuelos es. Gracias, María. Beso grande.
ResponderEliminarSalud.