Ayer tarde, fui al juzgado de paz del pueblo de Patricia, puesto que he dedicado demasiado tiempo a las próximas elecciones con dimes y diretes y otras miserias de lavadero municipal, para que el juez me diera un certificado de haber vivido el tiempo que pone a todos en su lugar. No me fio de mi mente absurda ni de mi ordenador que me ordena, y el asunto tiene relevancia para mi familia. La familia, y los hijos primero. Pienso que nunca fui al juzgado de paz, ni conozco al juez, o jueza. No importa, importa que me dio el certificado, y a coste cero (¿En serio? Vaya, tienes razón, no volveré a coste cero, ni a ti, y lamento que hayas conseguido ser todo aquello que has perdido). Sí, viví, o mejor dicho, estoy viviendo ese tiempo. El tiempo que pone a todos en su lugar. (Ya no estás al alba ni en la memoria, y mi silencio te silencia y te amortaja en la noche, en la muerte bella).
¿Por qué el morir verdadero
(lo que callamos morir)
no ha de ser dulce y suave
como el vivir verdadero?
Lo que decimos vivir.
te recuerdo que estamos a martes y el viernes pasado me dijiste que en una semana todo había pasado, así que te quedan tres días para que este tanatorio tuyo vuelva a ser el jardín precioso que siempre ha sido y seguirá siendo, si no, las flores pensarán que ya es invierno y se volverán a ir debajo de la tierra ... ; )
ResponderEliminarUn beso!
PD
El poema precioso, pero la muerte jamás es bella... solo es eso, muerte.. si acaso descanso y paz... paz... paz...paz... así, como un eco .. una paz con muuchas flores ; )
María, intentaré pasar de Neruda a Benedetti. Dame tiempo. Gracias. Beso grande.
ResponderEliminarSalud.
Toooodo el que necesites! cuídate mucho!
ResponderEliminarUn beso!
María, un semana, la próxima, y se acabó. Gracias. Beso grande.
ResponderEliminarSalud.