¿Qué quieres? Es la pregunta que hoy me obliga a escribir, y se queda corta al no poder responder amor. Yo la contestaría con una frase hecha: "Nunca podrás cambiar a quien no quiere cambiar... pero puedes arruinar tu vida tratando de hacerlo". El resentimiento y la terquedad son hijos del mismo padre. Y como mucho llevan a otra decepción. "Hay causas por las que vale la pena morir, pero ninguna por la que valga la pena matar". (Albert Camus). Se trata de mostrar desde la literatura, que en las calles está la pobreza y sus miserias, con los personajes ataviados con sus tristezas. Maldito puñal que se clava en el corazón y la cabeza no aprende. Maldita frustración, maldita impotencia. Esta semana es mucho de ir a misa y citar a Dios y de que, atribulado, murió por la humanidad. Si Dios creó algo imperdonable fue la cruel indiferencia. Cada cual tiene causas por las que vale la pena vivir. Y vive o va muriendo hasta que llega su hora y paz a los restos. Allá cada cual. (No admitas un obsequio que no puedas pagar con tu salario). En realidad, yo, como José Saramago, creo que "Dios es inocente". Gracias.
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