La indiferencia es uno de los grandes males de la sociedad. Hace tanto daño como la propaganda de Mario Benedetti. Si los poetas convierten los sueños en realidad paralizando las peores ocurrencias, trasforman el trato cruel en amor. ¿Por qué no cogen la indiferencia y la tiran al vertedero municipal? La indiferencia del indiferente envenena la palabra y su alegato contra la adversidad. Me gustaría decir que los poetas son el fármaco para ese mal tan dañino. Quisiera decir que un día dejaré de soñar con una mujer crítica, comprometida con los valores fundamentales. Uno de los rasgos de la degradación del ser es la indiferencia. A veces salgo de casa en busca de una esperanza nueva porque el día que escribo me anima a ser compasivo con la doliente realidad y derivo en una actitud totalitaria. Convivencia individual. El abuso de poder ha vuelto con la cara de la extravagante imposición pisoteando los derechos laborales con total impunidad. Quiero porque puedo y echo mano de la experiencia para diluir la indiferencia añadiendo unas gotas de lucha obrera y aparece la ignorancia y el desprecio. Gracias.
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