Un sábado de fieles los difuntos, casi feliz, pero sin ganas de leer ni escribir, entré en la página web de El Corte Inglés para echar un vistazo a las últimas ofertas de las rebajas de verano. Ofertas aún había, pero no para gastarme las cuatro perras gordas que tenía. Ni tres ni dos ni una. Nada necesito y comprar lo que no necesito es culto innecesario. Y salí de El Corte Inglés y entré en el diario El País por si en un descuido hubiera alguna noticia de interés que me interesara. Pero noticias de interés que me interesaran no había, lo que había, y pueden creerme si digo que quedé estupefaciente, eran las ofertas de El Corte Inglés a las que había regalado unos minutos de mi tiempo. Entonces, mi mala cabeza me hizo dudar si estaba en El Corte Inglés o en El País. Lo que me lleva a pensar que tal vez en este mundo menos la pobreza todo es global. Gracias.
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