viernes, 2 de agosto de 2019

Escribo el día que vivo.

Escribo el día que vivo para conocerme y ser mejor persona, pero escaso de imaginación, no deja de ser un "déjà vu" que vuelve cada año. "Tengo una idea genial", que diría Ian, si mi memoria actualizara un año, no pido más, pero no, y lo siento.

No hago otra cosa que (pensar en ti) ir de anhelo en empeño con nuevas esperanzas para escribir el día que vivo. Soy fácil de conformar, pero si en un descuido leo un viernes de mercado el sábado de fieles difuntos me hundo en la frustración. Es enrevesado, y si alguien me pregunta, me beneficio del silencio. A fin de cuentas, mi vida sin imaginación sería apenas una ranchera de la Vargas. Trato entonces de arrancar una mueca al silencio (o de unos ojos la mirada decidora). De cuando en vez mi ordenador que me ordena dicta las palabras que escribo para despistar. Pudiera ser un "déjà vu", o no sé. El silencio me salva. Como pueden apreciar, mi vida es poco romántica... (Atentamente, y para casi todo, tu sincero servidor). Gracias.

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