Hoy viene de ayer porque al ser sábado de fieles difuntos estoy seguro que te llegarán noticias que relacionarás conmigo y no sé si antes debiera hablarte de ellas. En cualquier caso, y una vez más, estarás equivocada: de mí solo puedes esperar indiferencia, que tal vez sea peor que un no a la cara. Tampoco sé porqué sigo escribiendo días con tu nombre. Te imaginé nacida para alcanzar grandes metas, te vestí de poesía y el jueves, al verte atarantada en amena compañía no te reconocí. Quizá si tú te miras al espejo tampoco te reconocerás: el orgullo y las malas decisiones te llevaron de ser a no ser. Gracias.
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