Al tercer día de vacaciones tengo ganas de volver a casa. (O morir y no resucitar jamás). Si digo volver a casa quiero decir volver al pueblo de Patricia con lo peor, o sea, el ruido y la música enlatada. Nunca se sabe lo suficiente... Si llego al quinto día, y como en los toros no hay quinto malo, será un milagro para creer y volveré a cantar en misa los domingos. Gracias.
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