Una amiga preocupada por mi salud me envía un correo electrónico de urgencia para que no escriba de política... Y yo que escribo el día que me gusta vivir no puedo sino escribir de política porque cuando apremia la política no se puede escribir de amor, aunque lo acompañe la santa poesía. No digo que sea fácil vivir sin poesía, pero es imposible vivir sin pan hoy y sin la esperanza de comer mañana. No dejaré de escribir de política en tanto y cuanto me siga sorprendiendo el espectáculo que organizan los dueños de los partidos políticos y sus candidatos. La política es una marabunta de dimes y diretes abarrotado de insultos. Y lo peor -si hablo de política siempre hay algo peor- es lo de siempre: la corrupción que tanto tiene que ver con los políticos y sus corruptores. Si un día damos respuesta a si primero el huevo o la gallina, nos preguntaremos si primero la políticos o la corrupción. Nos acomodamos en la mentira y ya no le damos importancia. Los dueños de los partidos políticos sin reflexionar nos despistan al decirnos que nos llevan en el corazón porque si hablamos del corazón es de mala educación pedir de comer. (Ténganse miedo porque los políticos electos han venido para quedarse con sus amigos del alma). Gracias.
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