En el pueblo de Patricia no existe la cultura de los ejemplos, cada día amanece un fenómeno prodigioso. De ahí que admita las derrotas que quieran atribuirme mis enemigos. En los años altos, y escaso de amigas, tener enemigos es un lujo que no puedo desperdiciar. Incluso pagaría por tener más, porque creo que sin odio no vivirían. Ininterrumpidamente he vivido una vida y lo ocurrido ayer a la puerta del colegio electoral jamás lo habité... Quien odia no es feliz. Entre ayer y hoy, en la noche desvelada, se confirmó mi única duda: hubo más electores que prefirieron votar a su adversario. A estas horas del presagio, en el pueblo de Patricia aún siguen recontando los votos... Un día sin premura se sabrá quién ganó las elecciones. Gracias.
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