domingo, 12 de mayo de 2019

El problema no es la ausencia.

Esa dama con poesía propia que desvela las noches por su ausencia o por su innegable capacidad para la autodestrucción ya no inspira ni un argumento sin causa que interese en de soslayo. Si al menos esa dama hubiera vivido los años que nos echaban del bar con la disculpa de que mañana era hoy y que ya amanecerá otro día... Pero y qué lástima: así no se trata a un borracho. Por aquel entonces una dama con poesía no se la podía ver en un bar, menos con un borracho, aunque fuera por amor. Un domingo de ir a misa y cantar la verdad no puedo sino decir que el problema no es la ausencia, ni recordar, o simplemente resignarse con lo que hay y amén. El problema es el olvido que no encuentra camino. ¿Comprenden? Gracias.

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