Un domingo de ir a misa y cantar la verdad la colindancia del pueblo de Patricia ha de decidir si ir a misa o votar sin dejar de amar. Peliaguda decisión. La colindancia del pueblo de Patricia o ir a misa o votar: de amar y honrar al adversario ni hablo.
Promovería un acuerdo constitucional para establecer como asignatura obligada el sentido común tan poco común en los tiempos que vivimos, pero he escuchado tantas disculpas envueltas en papel de fino regalo que aunque lograra el acuerdo faltaría el consenso. Me gustaría que el votante tuviera la posibilidad de votar a su candidato con total normalidad, pero ya unos y otras se han pegado desde ayer a las siete de la madrugada a la barrera de contención como si fuera las doce de la noche de mañana y hubieran ganado todos. Si de ganar hablamos ganará uno y si de perder seguirá perdiendo el pueblo...
Las culpas de los votantes son y no del pueblo. Se rindieron a la tentación del embeleso, enamorarse del tiempo, las mieles del tiempo. A esta altura de la tristeza nada está decidido, pero nadie ha dicho volvamos al amor y la santa poesía y eso es malo. Al pesimismo bajo la lluvia de mayo, un domingo de ir a misa y cantar la verdad, yo, sí iré a votar y después a misa, y en el recuento, como siempre, ganarán los míos. ¡Vivan los míos!. (De quiénes son los míos hablaremos otro día). Gracias.
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