miércoles, 31 de enero de 2018

La sonrisa alegre de Enol.

Aún me duele la cabeza de felices fiestas, feliz año nuevo y la salud que no falte y está febrero llamando a la puerta. ¿Acaso nadie sino yo se da cuenta? Y para más información, febrero es el mes más corto del año... Con eso quiero decir que no guarden el jodido arbolito de Navidad por si tengo razón. Por aquello de que no siempre digo la verdad a veces conviene tomarme en serio. Lo sé, hay quien hace planes para todo el año y si me lee creerá que adiós que te vi, 2018. Pero no, eso sí, no idealicen demasiados cambios en su vida que no les dará tiempo. Como mucho, que les entre el bikini del pasado verano... Vida sana, caminen, no se queden en casa como yo, y pasen hambre, recuerden tiempos pasados, ay. Por aquel entonces la gran mayoría lucíamos un tipo de pasarela. Qué tiempos. Andábamos a la que saltaba, perdón, hablo de esperanzas y anhelos. No hablo por mí pero eso de vivir en pretérito acaba pasando factura y es cuando dan ganas de morir. Vaya, hace tiempo que no me muero de nada ni por nadie. Casi nunca sé de qué hablo ni lo que quiere decir mi ordenador que me ordena pero ahora lo sé y no quiero mentir: Enol es el culpable de que solo piense en vivir y disfrutar de la vida. Háganme caso, ordenen sus prioridades y no sean esclavos de sus excesos, no se conformen con subsistir. No se conformen con menos sabiendo que pueden aspirar a más... Lamento no saber cómo se sube a de soslayo lo que es este momento me endulza la vida. La sonrisa alegre de Enol. Gracias.

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