Tenía, digo tenía porque ya no tengo, un plan "B". No hay problema, aplicaré el plan "A". Y por favor, que tus asuntos inaplazables no me obliguen a ejecutar el plan de consolación. Sería una ejecución como Dios manda y no merece la pena que la sangre llegue al río... ¿Comprendes? "De lo que tengo miedo es de tu miedo". (William Shakespeare).
¿Es posible que dos personas atrapadas en un mismo problema no lleguen a entenderse? ¿Acaso, y definitivamente, son incapaces de acordar un plan sin nostalgias para llegar a buen término? ¿Será pues la desconfianza la disculpa? ¿No serán capaces de priorizar intereses legítimos para llegar a acuerdos? ¿Falta voluntad de entendimiento? Están obligados a entenderse, además es lo que es y justifica el silogismo. A no ser que uno quiera y otro no. ¿Y entonces? Y entonces se cumplirán los peores presagios: "no solo mueren quienes recordamos". ¿Tienes miedo? Gracias.
Bien ...
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