Un domingo de ir a misa y cantar la verdad escribo como siempre el día y nada más. Elijo escribir, escribir libre para abrir la mente a todos los perjuicios y crear antídotos. No quiero que nadie me coja desprevenido. (Ténganse miedo).
Si me llamas (me llamarás), la angustia que te hiere el alma, aunque no lo comprendas ahora, es humana en el país de hechos cada vez más desastrosos. Me llamarás y juntos nos libraremos de los miserables que tanto te perjudican. (No sufras, no saben que para hacer daño hay que hacerlo desde la paz sin declarar la guerra, y ellos han declarado la guerra sin dar antes la paz). Hoy, es domingo, me llamarás el lunes, y será el comienzo de lo que está por llegar. Serás dueña de tus actos y volverás a regalar tu mejor sonrisa a la gente que te quiere y quieres. Te prometo, y aquí queda escrito, que mañana no será mañana, ni será presente ni futuro, será eternidad. Llámame. Te quiero. Gracias.
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