viernes, 26 de enero de 2018

No estés triste.

Esperanza. Ángel González.

Esperanza,
araña negra del atardecer.
Tu paras
no lejos de mi cuerpo
abandonado, andas
en torno a mí,
tejiendo rápida
inconsistentes hilos invisibles,
te acercas obstinada
y me acaricias casi con tu sombra
pesada
y leve a un tiempo.

Mi corazón.
Tu nido.
Muerde en él, esperanza.

A veces ocurre... Está ocurriendo. Una dama de triste mirada se muere al no saber qué hacer ni qué camino tomar. Algo le roe por dentro. Demasiadas decepciones. Una dama se mueve entre sastres... Le están haciendo un traje a medida: la quieren amortajar para el sepulcro. ¿Quién y por qué? Quién pudiera salvarla... Sin fe no hay esperanza. Y el Fito canta: "Yo vengo a ofrecer mi corazón, tanta sangre que se llevó el río, yo vengo a ofrecer mi corazón... No será tan fácil, ya sé qué pasa, no será tan simple como pensaba, como abrir el pecho y sacar el alma, una cuchillada del amor. Y uniré las puntas de un mismo lazo, y me iré tranquilo, y me iré despacio, y te daré todo, y me darás algo. ¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón. Y hablo por la vida. Y hablo por la nada. Y hablo de cambiar, nomás". (Te dejo tiempo para que pienses, mientras, seguiré esperando, seguiré escribiendo). Gracias.

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