martes, 9 de enero de 2018

De vuelta a la realidad.

Ayer estuve repasando mi lista de amanecidos y, estupefaciente, descubrí que estoy solo y sin consuelo. Los amigos que no tengo no los echo de menos pero las amigas, ay. Ayer descubrí que no me quedan amigas (tú como siempre, haciendo amigos. Ni recuerdo tu nombre). Amigas tuve en 2017 pero todas se fueron sin decir adiós. (Uno no sabe lo que gana hasta que lo pierde). El amor no entiende que los años altos son jodidos de llevar. Uno vive de prestado y de sobresalto en sobresalto. Este invierno perdí la amiga que tanto amaba... Joder, dona, y ahora con qué cara salgo a la calle en busca de una amiga que con el tiempo me llegue a querer, precisamente el tiempo que ya no pinta nada en mi vida. Perdón, pintar sí que pinta, pinta Ian y pinta Enol. Con la última uva de Nochevieja se fue mi capacidad de comprensión: no creo en las cosas que están fuera de mi alcance. Y qué ocurrencia dejar pasar los días y los años y no dejar calor humano para el invierno. Confieso que la amé. Confieso que de cobarde no salí. En mi otra vida no la hubiera dejado ir. A pesar del absurdo comportamiento al desperezar el día cuando sin querer queriendo me miró de soslayo y no se detuvo. Ni siquiera un beso casto. (No fue grato verte acompañada la Noche de Fin de Año). Gracias.

3 comentarios:

  1. Seguro no estás tan solo como piensas. Cuando nos centramos en algo dejamos de ver otras muchas cosas que posiblemente llenarían nuestra vida.
    Una entrañable amiga bloguera tiene un dicho: Lo pasado, pisado.
    Un abrazo



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  2. Que es otra de las muchas maneras de decir "Uno no sabe lo que gana hasta que lo pierde". Pocas cosas me pasan de soslayo si hablamos de amor. En los años altos uno no está para perder el tiempo que le queda... Me alegra y mucho tu visita. Gracias.

    Salud.

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