viernes, 20 de febrero de 2015

Me repito demasiado...

Ayer, luego de unos días de mala factura, me di cuenta que por ese camino no llego a ninguna parte... Pero el asunto no es otro que el compromiso que tengo conmigo. Recuerdo, y lo tengo escrito por ahí, que un día le pregunté a un poeta de renombre por qué no escribía poesía y se dejaba de politiqueo, y me contestó claro: "ahora no toca poesía, toca dar de comer al hambriento. Y en eso estamos". Guardé el "emilio", quiero decir que sino eso dijo parecido. (Daría lo que no tengo por parecerme a él).

Cuando el mensaje es el mensajero. 

Nuestra clase dirigente nos quiere convencer que todo pasa por un plan de acoso y derribo como argumento político contra los adversarios que pudieran hacer sombra a la credibilidad de sus intereses. Se trata de desprestigiar al contrario más que de demostrar que su programa electoral es el que le conviene al país. Los políticos, en humano desprestigio, intentan perjudicar a sus adversarios con mentiras y salidas esporádicas hacia la duda razonable. El desprestigio al adversario es resentimiento de verdugo... No vale inventarse antecedentes ni encuestas de apoyo para ser líder entre todos los líderes. El insulto no puede ser de ninguna manera la medida de la razón. Todo insulto ya es una derrota. También lo tengo escrito por ahí. Me repito demasiado... (El azahar en política es como ese amor que uno no sabe lo que gana hasta que lo pierde).

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