martes, 24 de febrero de 2015

En la noche desvelada.

En la noche desvelada, como otras, a pesar de saber que pensar me levanta dolor de cabeza, pensé. Y lo hice acerca del amor de corazones rotos y labios resecos.

¿Existe el desamor o es un cúmulo de sensaciones que provocan esas mariposas que siempre vuelan libres en primavera? Desamor.

¿Amor? Pudiera ser que el amor simplemente es asunto genético o matemático que desencadena la reproducción humana.

El amor es un sentimiento del corazón en el cual caemos como estúpidos a lo largo de la vida y nos dejamos llevar por la sensualidad y el deseo de los sentidos hasta darnos cuenta que no es para siempre. El amor fatiga el corazón. El amor cansa. Y cuando cansa el amor aparece el desamor.

No digo siempre, digo que a veces asoma otra clase de amor que pasaba por allí y decidió llamar a la puerta. El amor exclusivo que refiero por excluyente es impreciso y complicado, no se atiene a las buenas costumbres y siempre aparece en tiempo de las cerezas. Ese amor no se cultiva con inteligencia. Surge entre las risas de un mar y una mirada de soslayo. Ese amor vale la pena usarlo. Ese amor es amor de lo mejor porque da más que recibe. Ese amor es solvente y desprendido.

En los años altos de la vida sería estupendo no dejar el amor exclusivo en manos de la juventud con corazones más fuertes. Si hablo de amor nada como dejar de lado la razón y rendirse al amor dulce de sensaciones y delicado al gusto. Nunca es tarde... ¿O sí?

4 comentarios: