Las palabras son tan poderosas que hieren y mancan como hiere y manca el silencio. El silencio es como un quiste que se convirtió en tumor por encubrirlo sin un mínimo de autoestima. Sobrante de silencio. El daño que produce un descuido no se puede medir por la sangre vertida, sino por su intencionalidad, por ejemplo, la insoportable levedad del ser. La sinceridad de las palabras dichas a tiempo impacta más que los discursos grandilocuentes. Una discreta disculpa a tiempo (y de vuelta al tiempo) es un pequeño gesto de alguien con una gran actitud, esa que restaña a tiempo (a tiempo) las grietas que drenan y secan lágrimas del corazón. "Los amorosos son locos, solo locos, sin Dios y sin diablo. Los amorosos salen de sus cuevas temblorosos, hambrientos, a cazar fantasmas. Se ríen de las personas que lo saben todo, de las que aman a perpetuidad, verídicamente, de las que creen en el amor como una lámpara de inagotable aceite". (Jaime Sabines). En una circunstancia de incertidumbre amorosa, si algo faltaba, era una sentencia demoledora: "Lo que hacemos tiene tanto valor como lo que no hacemos". (Nuestra partidocracia gobernante se supera a sí misma en sus esfuerzos por descalificarse ante sus electores. El tema es serio, más de lo que parece, podría decir, mientras no aprendan, sino a amarnos, a tomarnos en serio). Gracias.
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