domingo, 14 de enero de 2024

Un domingo de ir a misa y confesar.

En los juegos del azahar siempre pierden los que tienen razón. Lo sé por experiencia. Pues hoy me obliga a escribir que me cansé de perder. Me importa un carajo perder, y ganar no me interesa, lo que no quiero es tener razón y perder. Quien no se respeta no se respeta y es indignante. ¡Respeto y dignidad, oiga!. No había escrito acerca de las vacaciones de apenas una semana que tuve en un convento de clausura hostigado por mis ideales. Mis ideales son míos. ¿Comprendes? Son tiempos de meter la pata de atrás en el tiesto, pero qué lástima. En este punto, no puedo, por menos, que ir en busca de la sabiduría del pueblo con escrupulosa exactitud, pues no se puede negar su mal olor: "Para lo que me queda en el convento, me cago dentro". El hombre que más necesita vacaciones es aquel que las tuvo y le supo a demasiado mucho. Aún no escribí acerca de las vacaciones de apenas una semana, como dije arriba, y... ¿Saben qué? Por ser la pena que con cada palabra lleva un mensaje y una carga semántica subyacente a rebosar de ignorancia, yo, como la Cinquetti: "No tengo edad". A la familia no se toca, joder, la familia, aunque quien lo intente sea parte de ella. A poco más me fui sin haberme ido. Ingresé en urgencias y tardé en hacer las paces con Morfeo, pero las hice y no volveré. Volví a tener razón y perdí. Perdí por última vez. Gracias.

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