A quien no le bastan las experiencias ajenas, los consejos por el hecho de haber vivido, las profecías cumplidas, ni la buena educación; solamente atiende a las razones de quien mal le quiere, a las mentiras enmascaradas, y en fin, a la ignorancia al desnudo: ni tropezando en la misma piedra y recibir una dosis de dolor personal capta aquello que la realidad disfraza. Te lo dije por San Antón, pero la visión selectiva del que sigues al dictado, tan inteligente (dices por ahí), te provocó la ceguera, y el eco saturado de ruidos que atrofian los oídos, la sordera. La verdad de cada cual es la raíz cuadrada de su lógica dividida por la raíz cúbica de sus principios. Por cierto, cómo andas de principios, de ideales... perdona. El escenario político que se presenta es clavado al discurso del programa electoral que envenenado me regalaste. Te dejaste llevar por la desconfianza quitándole sentido común al argumento. Quien se fue (quiere volver, no digas que yo te lo dije, pero ve con cuidado. Ella no soy yo, ella es la reencarnación del maligno), reinó el pueblo de la emoción, del sentimiento sobre la evidencia, pero ella no eres tú, tú solamente puedes tenerte miedo. Al paso del tiempo, el asunto apesta. Disfruté viéndote pelear en un solo frente: otro axioma sin causa. Por San Antón, precisamente te advertí que lo que te dije era tan inminente como inevitable. Gracias.
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