A veces ocurren cosas que parece que esto se acabó y fin. Remordimientos (algo hiciste, mujer de poca fe) te confunde y te hace creer o parecer definitivo. Sucede cuando tienes fiebre (sí) y pensamientos tenebrosos te ensombrecen el futuro. Cosa mala la fiebre. La fiebre provoca fragmentación del sueño, delirios, angustias (todo malo) y un ajetreo cerebral desbaratado.
No hablo de hacerme el harakiri, ni matar a un demonio poderoso que me impide pasar página. Como siempre digo, el día lo escribo yo, y si no lo escribo, no amanece (cuando menos para ti, que me lees en silencio). Hablo de que recuerdes el amor primigenio, el dolor emocional que causó y la persona que lo suscitó, para echar a andar. (Si puedes, perdónate). En peores circunstancias te viste. Todos pasamos por malos momentos emocionales, espirituales. Todos, pero tú, en particular, puedes cambiar las cosas. (Si intentas controlarlo todo estás condenada al infierno de la ansiedad). Tú conoces gente que evidencia con su punto de vista único, aquello que sabe explicar y decide ignorar. Son caminantes que pasan y no se paran a mirar la vida de soslayo. (Eso les enseñaste). Les sobra orgullo y les falta oratoria. No son inocentes y huyen a fin de lograr una vida exitosa. (Uy, qué raro, hablo de ti y tus sicarios y pienso en mi suegra... La peor versión de ti, es tu propia mordida). Gracias.
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