En su poema "Everness", Jorge Luis Borges nos advierte: "Solo una cosa no hay, es el olvido". Pero el genial iluminado de las letras (el mismo que imaginaba "el paraíso en una biblioteca"), no anduvo por estos parajes. Por eso no pudo enterarse de que además del olvido, otra cosa no hay, es el amor, si pensamos en una mujer desamparada en la noche desvelada al cruzar la acera en busca del último abrazo. ¿Y ahora? Reconozco que tuve suerte en la vida y en el amor. Quiero creer que la tuve porque hice frente a aquello que consideré arbitrario. Hasta alcanzar los años altos de la vida. Confieso que a cierta edad es difícil hacer frente al fraude cometido en nombre del amor por la dueña de un partido político (y dale a la rueda que rueda y no me canso). ¿El querer y la política van de la mano? Y el arbitrio heredado. Otro gallo cantaría si además de lucir cargos políticos fueran políticos ("el hábito no hace al monje") y contemplaran el querer. Los politiqueros están puestos por favores personales. (¿A qué sí? El amiguito del alma de Francisco Camps). Entretanto no salga del negociado en busca del querer sincero, no hallará hoja de ruta. (Ya ven, aquí me tienen un domingo de ir a misa dando vida a un sinvivir). Gracias.
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