Lección de vida. Tino Pertierra.
Lo primero que conviene tener en cuenta para no llamarse a desengaño es que hay ausencias que nunca van a dejar de recordarnos, que hay zonas de la memoria condenadas a ser yermas y dolorosas. Eso de que el tiempo lo cura todo, es una patraña como otra cualquiera. No lo creas, tampoco creas que podrás alcanzar cualquier sueño que tengas si trabajas para construirlo con todas tus fuerzas. Y duda siempre de quien te diga que la maldad encuentra tarde o temprano su castigo o lo que no te mata te hace más fuerte. Bah. Solo está bien autoengañarse cuando tienes una edad en la que las decepciones y las derrotas no son tan poderosas como para causar cataclismos irreparables y pueden llegar a proporcionar enseñanzas que valgan la pena. Madurar no es solo aprender a vendar y calmar heridas como buenamente podamos, es aceptar que las losas son como son y que a veces es mejor una retirada honrosa o una rendición sin condiciones antes que la devastación total sin posibilidad de reconstrucción. Eso vale tanto para las relaciones amorosas como para los enjambres laborales o los juegos de sociedad". Pero Tino, "que i dices a un mineru": "Una retirada honrosa o una rendición sin condiciones". ¿Cuándo una retirada o una rendición fue honrosa? ¡Hasta la muerte!. No seré cómplice de estos miserables: empresarios amigos de Rajoy, politiqueros que se sirven del amor para hacer el mayor perjuicio. La complicidad saluda afablemente a una sociedad de maquillaje y decorados. Y se ríen. Una sociedad que se deja engañar afectuosamente. ¡Al carajo las ausencias!. Gracias.
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