La isla de los naufragios, de los fantasmas y las locuras tardías. Ha querido volver a la vida libre, y en la noche más oscura una sombra se levanta; abiertos sentimientos dudan sobre el agua del mar y se aferra a recuerdos que su memoria atesora. (Quien tiene oro en sus ojos duda del Sol). Y confusa entra en sí misma buscando respuestas. En una mano lleva una rosa roja y en la otra la inquietud). El ahora no es de ella y la ha rechazado. Nada es nada en el mar que se desagua. Hay sentimientos parecidos al Arco Iris que nace del agua y se pierde más allá del horizonte de ternura y amor mío.
(Has vuelto, estás de nuevo ahí, y quieres que un poema te acaricie).
Y camina despacio por la fina arena desvelando las vivencias insomnes de sus noches. Y se aferra a los sueños que aún llevan su nombre, y como una adolescente uno a uno los renueva. Pero en uno apareció el ensueño de siempre y la congoja de sus miedos la abrazó donde nada nunca es cierto. Y se entregó al duelo en el limbo del tiempo (el que nunca llega al cielo).
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