lunes, 2 de octubre de 2023

Él, y tú, alma errante.

Nada exaspera más a los que guardan culto al odio, que los sinceros sentimientos de amor entre unas y otros, y viceversas. El amor ya no es exclusivo, aunque haya quienes les gustaría y estarían dispuestos, sino a pagar lo que no tienen, a matar por ello. Matar, si lo relacionamos con el desamor incita a la venganza, ay, la venganza. Busco la manera, pretendo devaluar comportamientos de odio para lograr en un descuido un beso y un abrazo al doblar por casualidad la esquina, pero su señor marido que es "dueño y señor", y si escarbo inspirador del odio. Él, y tú, alma errante, que no cambias tus caderas de acera. De viejo, sé que "solo el dueño de la casa sabe dónde está la gotera", pero hay cosas que hacen tanto daño que hasta Dios las ve. Puesto que lo nombro que no sea en vano: En la cita Bíblica, Corintios 1-2:10: "Nosotros las conocemos porque Dios envió a su Espíritu a revelárnoslas, ya que su Espíritu lo escudriña todo, hasta los secretos más profundos". Juzgamos a la colindancia sin discernir, sin preguntar el porqué. Joder, dona, la gente con conocimiento y entendimiento muestra empatía, acepta lo que no comparte. Pregunte usted, "dueño y señor" del estropicio. ¿Y entonces? Tu señor marido, por mucho señor y mucho marido, mal te quiere. Mal y muy poco te quiere: El odio ciega y aprovecha la ocasión para odiar a uno mismo, y a quien más le quiere. (Lo que no cura el amor, no hay Dios ni María, ni inflación, o llegar a final de mes que lo cure). Gracias.

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