martes, 31 de octubre de 2023

Entrelíneas.

Hay quienes no saben lo que sabes. Saben que lo sabes. O sospechan que lo sabes. Saben que lo sabes y tienen miedo a que lo utilices en su contra. Sabes más de lo que aparentas. En todo caso, todos necesitamos tener miedo. La información es poder, y la supuesta información genera miedo a que salga a la luz la verdad. En asuntos de varias repuestas al porqué, los que saben aconsejan hacer el bien, promover la discreción y ser humilde. Pero yo, que no sé siquiera lo suficiente, más que hacer el bien, me gustaría ser sabio en juicios de valor y poner a cada uno en su sitio, por las malas. Eugenio era sabio en juicios de valor. Eugenio era eso y más: era la palabra dicha en el momento preciso, también por las malas. Miedo daba su mirada cuando la palabra perdía su valor fundado en razones de igualdad. En este punto, quizá por lo dicho hasta llegar a él, me viene a la memoria una mujer de armas tomar (en su peor acepción), pues a esa mujer le pido que el resquemor de no haber querido no la lleve a descalificar más lo que durante años justificó con fanática vehemencia. Siempre hay sucesos encadenados que justifican un destino fatal. Donde fracasa la ética triunfa la estética y el fallerío. Mujer: tu futuro fue ayer (o no). Ayer te vi con otros ojos y estás estupenda y eso es imposible (algo tramas, pero tú de tramas políticas...), lo tuyo es un trastorno mental. Deja el orgullo y no abandones (de momento) el barco orgánico que zozobra (espera). Guarda las formas y argumenta tu despedida municipal a partir de principios y valores que no tuviste o has olvidado. Te conozco bien y nunca los practicaste. No admitas la verdadera causa de tu partida, mientras, ve con Dios. (In memoriam de una grande). Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario