miércoles, 27 de septiembre de 2023

Paripé.

Una voz del pasado desde la acera de enfrente aparece de repente y quiere saber de mí. Qué raro que quiera saber de mí. "Cuando alzaste la mano para saludarme, la memoria me trajo los recuerdos con la distancia que siempre mantuviste por el qué dirán. No dijiste adiós ni regresaste... me dejaste sin palabras... Por la vía de los hechos cambiaste las reglas de juego. Ese comportamiento tan tuyo que no dice sino para desacreditar, que ni siquiera responde a las llamadas de auxilio, que no se deja ver al doblar la esquina, que no sabe adónde van sus pasos de peregrina, que sus asuntos inaplazables le impiden tomar café y unas pastas de té para hablar de la familia, y los hijos primero, de un día y otro, de la salud -dicho sea de paso la salud bien, gracias, y se acepta como disculpa- y lo que vaya saliendo entre risas y alegrías". Una voz del pasado ahora, y por delegación, quiere saber de mí y pregunto para qué. La vida nunca apostó por el amor a cobro revertido, ni consiente el abuso de poder para romper el alma inerme del más débil. "Te tenía en un pedestal, te di un permiso vip para mi corazón y ni siquiera cambiaste tus caderas de acera. Como Feijóo ayer, no participo en el club de la comedia". El ignorante seguirá ignorando que los tercos siempre fueron tercos. (Mientras el ángel de las tinieblas te cubra, no verás la luz del día). Gracias.

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